UNA REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DE LA CUARESMA

Tres formas de hacer daño a Dios.

Hay tres formas de hacer sufrir y llorar a una madre. Además de la más elemental, que sería atacarle a ella directamente: golpeándola o insultándola, hay otras dos en las que le podemos hacer sufrir igualmente. Una de ellas es hacer algo malo a mi hermano. Si yo maltrato a un hermano mío, y mi madre se entera, le dolerá incluso más que si la maltrato a ella.
Otra forma de hacerle sufrir es hacer algo que sea malo para mí, algo que me empeore. Como mi madre me quiere, eso le dolerá.
Dios te ve siempre -no como un espía sino como alguien que te quiere mucho- y sufre cada vez que te ve hacer algo QUE HACE DAÑO A OTRA PERSONA, porque esa otra persona es hija de Él y cada vez que te ve HACERTE DAÑO A TI MISMO, y cada vez que te ve hacer algo QUE LE HACE DAÑO A ÉL. Por eso es bueno que todas los días hagas un repaso del día, un examen de conciencia, y pidas perdón a Dios por esas cosas que Él ha visto y no le han gustado.

El examen de conciencia lo puedes hacer así: ¿Cómo me he portado con Dios? ¿Cómo me he portado con los demás? ¿Cómo me he portado conmigo mismo? Dios mío, a partir de ahora haré el examen todas las noches. Y te pediré perdón por el daño que haya hecho cada día de alguna de estas tres formas. Y también te agradeceré tu compañía. ¡Recuérdamelo!, y gracias.

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