JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

“Tomad y comed, esto es mi cuerpo entregado. Tomad y bebed, esta es mi sangre derramada”.

Todos los cristianos, los seguidores de Jesús, participamos de su único sacerdocio. Unos participamos del sacerdocio ministerial y otros del sacerdocio común. Tanto unos como otros debemos imitar a Cristo sacerdote de dos maneras: En primer lugar, participando en la eucaristía, cada uno desde su condición, es decir, presentando al Padre a Cristo víctima, y comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre.

Y en segundo lugar, haciendo lo mismo que él hizo, ofrecer al Padre la ofrenda de una vida de entrega, de servicio a los demás. Que también nosotros podamos decir las palabras de Jesús, pero aplicadas a nosotros mismos: Ésta es mi persona que se entrega a mis hermanos por amor, como signo de cumplir la voluntad del Padre, como signo de ser fieles a nuestro ser, que es un ser creado para el amor, para la entrega…

¡Que el Señor, nos ayude a cada uno, a vivir el sacerdocio que él nos ha regalado!

Email this page

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *