Un camino para preparar el corazón
Que la Cuaresma sea un tiempo de beneficiosa “podadura” de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia: para no pensar que todo está bien si yo estoy bien; para comprender que lo que cuenta no es la aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la limpieza del corazón y de la vida; para volver a encontrar la identidad cristiana, es decir el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve. Pongámonos en camino juntos, como Iglesia, recibiendo la Ceniza —también nosotros nos convertiremos en ceniza— y teniendo fija la mirada en el Crucificado.
(Homilía de S.S. Francisco, 10 de febrero de 2016).