Ante las acusaciones que consideramos injustas, examinemos nuestra conducta, delante de Dios, “cum gaudio et pace —con alegre serenidad, y rectifiquemos, aunque se trate de cosas inocentes, si la caridad nos lo aconseja.
—Luchemos por ser santos, cada día más: y, luego, «que digan», siempre que a esos dichos se les pueda aplicar aquella bienaventuranza: “beati estis cum… dixerint omne malum adversus vos mentientes propter me —bienaventurados seréis cuando os calumnien por mi causa.