SAN MARCIAL, obispo
30 de Junio
MISAS: 9:00 h – 12:00 h (presidida por el Sr.Obispo)
San Marcial de Limoges fue Obispo en el siglo III. Enviado por Roma en misión evangelizadora a las Galias se asentó en Limoges, donde emprende su tarea de apostolado.
La devoción de Lardero a San Marcial la traen en la Edad Media los peregrinos franceses que van hacia Santiago de Compostela y que se dirigen desde Logroño al famoso monasterio de San Martín de Albelda a ver la “huella en la roca del caballo de Santiago”, que según leyenda se había aparecido en la batalla de Clavijo. El caso es que de regreso al Camino, iban a Navarrete, pasando por Lardero. Como es normal fueron portadores de su cultura y de sus devociones, entre las que sobresalía la de San Marcial, y la fueron transmitiendo a Lardero, que le dio su nombre a la Basílica; a la vera de ese templo construyeron también un hospital para atender peregrinos.

Y es aquí, en Lardero, donde de tal modo prendió esa devoción que hoy, decir Lardero es decir San Marcial y viceversa.

Con el hermanamiento de las dos poblaciones, Limoges con 150.000 habitantes, famosa desde la Edad Media por sus esmaltes y ciudad importantísima en el Camino de Santiago, y nuestro Lardero, ha habido una constante comunicación entre franceses y larderanos, que se vio reforzada con la visita a Lardero de 120 jóvenes de Limoges que contaron con nuestra hospitalidad para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud para el Encuentro con el Papa que tuvo lugar en Agosto de 2011 en Madrid.

Una canción de amores
son las palabras de mi oración.
Una canción de amores
eleva al cielo mi corazón.
San Marcial, mi Patrón,
vengo ante ti a rezar.
Ayúdame en la vida,
ya sé que cuento con tu amistad, San Marcial.
¡Oh! San Marcial bendito,
que escuchas siempre mi inquieta voz,
porque en tu vida fuiste
para los hombres y para Dios,
San Marcial, mi Patrón,
amigo bueno y fiel.
Hoy Lardero te canta.
Tú eres su apoyo, tú eres su bien.
San Marcial.


Ama y practica la caridad, sin límites y sin discriminaciones, porque es la virtud que nos caracteriza a los discípulos del Maestro. –Sin embargo, esa caridad no puede llevarte –dejaría de ser virtud– a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificarla hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios. (Forja, 456)
EUNTES
«Id y anunciad el Evangelio…»