En África Preconsular, en territorio de las actuales Libia y Túnez, conmemoración de los santos mártires Papiniano, obispo de Vita, y Mansueto, obispo de Uruci, que, en la persecución de los vándalos, reinando el arriano Genserico, por defender la fe católica fueron quemados en todo su cuerpo con planchas de hierro incandescentes, y así consumaron su gloriosa agonía. En ese mismo tiempo, fueron primero exiliados y después coronaron la carrera de su vida con la confesión de la fe, otros santos obispos: Urbano de Girba, Crescente de Bizacena, Hebetdeo de Teudali, Eustasio de Sufes, Cresconio de Oea, Vicis de Sabrata y Félix de Hadrumeto, y más adelante, bajo Hunnerico, hijo de Genserico, Hortelano de Bennefa y Florenciano de Midila († hacia los años 453-460).
Es una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde está el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu. También hoy, en efecto, hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este mundo, santones, también brujos, personajes que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: “¡No los sigan!”. “¡No los sigan!”
“¿No gritaríais de buena gana a la juventud que bulle alrededor vuestro: ¡locos!, dejad esas cosas mundanas que achican el corazón… y muchas veces lo envilecen…, dejad eso y venid con nosotros tras el Amor?”
